12 de abril de 2010

Los hijos del sol y el viento: el pueblo saharahui



-->
El colonialismo
Durante el siglo XIX las potencias europeas o con pretensiones de serlo tomaron bajo su control militar y político todo el continente africano. Si bien desde el siglo XVI se habían establecido cabezas de playa en muchos puntos de la costa atlántica de África, en el siglo XIX no era la trata de esclavos el interés del hombre blanco por este enorme continente, sino sus materias primas. África posee todavía, a pesar de dos siglos de explotación intensa, una de las mayores riquezas naturales y minerales. Y es todavía un jugoso botín.
En el siglo XIX los países europeos dividieron el continente según su poderío militar. Inglaterra llevaba la parte del león, pero iba seguida de cerca por Francia. También Portugal, Italia, Alemania y Bélgica. Esta división aún es notoria en la formación d
e los países africanos, así como en sus lenguas oficiales y en la mayoría de sus problemas.
Luego de la segunda guerra mundial, las potencias europeas, agotadas por la conflagración, no pudieron evitar la marea anticolonialista en todo el mundo, al grado que aceptaron en la carta de las Naciones Unidas el fin del colonialismo, esto es, el fin de la dominación política sustentada en el uso directo de la fuerza militar. Pero al retirarse de sus colonias hicieron todo lo posible por dejarlas sumidas en la división interna y el subdesarrollo. Estados Unidos y la Unión Soviética intentarían, con mayor o menor éxito, ocupar su lugar.

La última colonia española
Es poco conocido que España mantuvo una colonia en África hasta 1975: el Sahara Occidental o Sahara Español. Se encuentra en el noroeste africano, colindante con el Atlántico, frente a las
Islas Canarias, en el sur de Marruecos y el noroeste de Mauritania. España lo convirtió en protectorado en 1884, aceptó su descolonización en 1963 y lo abandonó en 1975. Arguyendo derechos históricos, Marruecos y Mauritania, en colusión con la España franquista, invadieron el territorio que ésta dejaba, anexándoselo ilegalmente. La ONU aún lo considera territorio por descolonizar y se ha pronunciado, al igual que la Corte Internacional de la Haya, por el derecho a la autodeterminación del pueblo saharahui.
El Sahara Occidental es un país con 266 mil kilómetros cuadrados de superficie, es casi todo desierto y montaña, con muy pocos oasis. Es el Sahara que se vierte en el mar. Pero bajo su suelo y en su arena misma hay grandes riquezas: fosfatos, petróleo, uranio; y su litoral tiene uno de los mayores recursos pesqueros del mundo. España no dio mucha importancia a su colonia africana en los casi cien años que la tuvo como propiedad. Se dedicó exclusivamente a saquear sus costas y a explotar una mina de fosfatos en el norte del país, donde estableció una colonia militar y desarrolló la mayor ciudad (de tres que existen en la actualidad) en el oaisis de El Aaiún.

Siguiendo un mandato de la ONU, que colocó al Sahara Occidental en su lista de territorios no autónomos (esto es, por descolonizar), a partir de 1963 España realizó una serie de medidas que tenían por propósito mantener informada a la ONU de las condiciones del pueblo saharahui, pero pospuso indefinidamente su desocupación.
El pueblo saharahui, poco más de 200 mil personas, en su mayoría étnicamente bereberes, beduinos y almorávides (esto es, yemenitas), musulmanes, fue escasamente influenciado por la metrópoli colonial, y aunque el español es utilizado ampliamente, el árabe es su lengua principal.

La guerra de liberación
A finales de la década de 1960 surgió el Movimiento de Liberación del Sahara (MLS, Harakat Tahrir en árabe), liderado por Muhammad Bassiri, profesor y periodista, hijo de beduinos saharauis y educado en Egipto y Siria. El MLS perseguía la independencia de España a través de una resistencia civil no violenta, pero se preparó clandestinamente debido a la falta de libertades políticas característica del régimen dictatorial de Francisco Franco. El 17 de junio de 1
970 (fecha conocida como el día de la primera intifada o rebelión), el MLS convocó a los saharauis a manifestarse frente al palacio del gobernador español en la capital El Aaiún. Fue una reunión masiva y pacífica; su propósito era exigir, mediante un escrito leído en público y entregado al funcionario colonial, la independencia del Sahara Occidental y, en lo inmediato, un mejor trato para la población saharaui. Los españoles permitieron que terminara la demostración política del MLS, pero mientras se dispersaba la multitud la policía intentó arrestar a los líderes. El pueblo los defendió, el gobernador llamó a la legión extranjera española, ésta disparó a discreción, matando varias decenas de personas y arrestando a centenares. Bassiri fue encarcelado, torturado, asesinado, y su cuerpo desaparecido. Quedó claro a los saharauis que España no permitiría una independencia pacífica.
A partir de 1971, jóvenes saharauis educados en universidades de Marruec
os comenzaron una organización clandestina que concluyó oficialmente el 10 de mayo de 1973 con la fundación del Frente Polisario, una abreviatura de Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro (Saguía el Hamra y Río de Oro son la denominación inicial de los nacionalistas saharauis sobre su país). Su propósito expreso era obtener por la vía armada el fin del dominio español. Sin apoyo financiero (aunque solicitado) de otros países árabes, el Polisario hizo su aparición atacando un cuartel español el 20 de mayo, obteniendo armas, municiones y vehículos.
En 1975, meses antes de la muerte del dictador Franco, España comunicó a la ONU que abandonaría el país. Marruecos (independizado de Francia en 1956) y Mauritania (igual, en 1960) declararon poseer derechos territoriales históricos sobre el Sahara Occidental. La Corte Internacional de Justicia de La Haya lo negó y se pronunció por la libre y soberana autodeterminación del pueblo saharaui. Pero el rey de Marruecos organizó una invasión con 350 mil civiles marroquíes y 25 mil de sus soldados como medida de presión contra los españoles, que se limitaron a minar y a apostar a su legión extranjera en la zona fronteriza. En Madrid se estableció una negociación con Rabat.
Sin considerar en nada al pueblo saharaui, España acordó con Marruecos y
Mauritana la división del país y su anexión por ellos. Apenas fue evacuado el ejército español (incluso los cementerios fueron vaciados) y los 350 mil marroquíes estacionados en la frontera ocuparon El Aaiún y los oasis. El ejército del rey marroquí primero encerró a los saharauis en campos de concentración y luego los expulsó de su tierra. A su vez, el ejército de Mauritania ocupó la zona sur. (El gobierno de España actuó y sigue actuando sobre intereses económicos, como quizá todas las naciones que no reconocen la independencia saharaui: en el acuerdo secreto para retirarse, España acordó con Marruecos una cesión de derechos de explotación pesquera por 20 años en las costas saharauis y la mitad de las utilidades de la mina de fosfatos en El Aaiún.)

Después de España

El Frente Polisario organizó a los desplazados en campamentos en el suroeste d
e Argelia (independizada de Francia en 1962), en espacial en Tindouf. La guerrilla ahora enfretó a los ejércitos marroquí y mauritano. Los saharauis enrolados en el ejército español, que al conocer los planes de desmembramiento de su país se pasaron al Frente Polisario, le proveyeron de una capacidad táctica única (estudiada incluso por Estados Unidos antes de ir a la primera guerra del Golfo Pérsico), dando golpes sorpresivos, afectando de continuo las instalaciones marroquíes y disminuyendo la moral de su ejército. El presupuesto de guerra para mantener la ocupación se convirtió en una sangría económica para Marruecos. A su vez, el ejército saharaui se abastecía con las armas y pertrechos marroquíes y franceses, y comenzó a recibir una significativa ayuda militar y económica por parte de Argelia, así como ayuda humanitaria de Cuba y diversos ayuntamientos españoles.
En 1977, el Frente Polisario inició una ofensiva en el sur, obligando al ejército mauritano a evacuarlo y a defenderse y ser derrotado en su propio país, pues la guerrilla saharaui penetró en su territorio e interrumpió la explotación de la zona minera del norte, de la cual dependía la economía entera de Mauritania. Esto provocó una inestabilidad política que terminó en un golpe de Estado y un nuevo gobierno militar que decretó el cese al fuego, la renuncia de sus pretendidos derechos sobre la zona sur del Sahara Occidental y el reconocimiento de la soberanía saharaui. Marruecos ocupó en el acto la zona abandonada por los mauritanos.
A partir de 1983, la imposibilidad de terminar con la resistencia saharau llevó a Marruecos a construir una muralla de arena y piedra dividiendo de norte a sur el Sahara Occidental, quedándose con el litoral. Colocó un número de soldado casi igual a la población saharaui, esto es, cerca de 300 mil, con puestos de defensa cada decena de kilómetros, radares, artillería de largo alcance y minas en toda su extensión. El Frente Polisario cambió de estrategia y se dedicó al ataque sobre cuarteles aislados, requisando vehículos y armas, y tomando prisiones, hasta alcanzar varios millares.

La palabra de Rabat
El acoso continuo y exitoso de la guerrilla saharaui y el enorme costo de la guerra para Marruecos llevó a este reino a aceptar la mediación de la ONU para un alto al fuego en 1991. En el acuerdo de paz se establecía la realización de un referéndum para preguntar a los saharauis si deseaban pertenecer a Marruecos o se pronunciaban por la asunción de su soberanía. Marruecos intentó de manera inicial que en esta consulta se considerara a la población que ha introducido desde 1975 en territorio saharaui, con la negativa parcial del Frente Polisario: muchos de los inmigrantes no desean el gobierno de Marruecos, lo cual es natural si se piensa que este país es un feudo: todo le pertenece al rey y el rey es el Estado. En cambio, el Frente Polisario, declarado por las circunstancias en el sostenedor del gobierno saharaui en el exilio, ha
proclamado desde 1976 un régimen republicano, la República Árabe Saharaui Democrática (R.A.S.D). En el Sahara ocupado hace años que Marruecos no otorga a la ONU estadísticas de las condiciones humanas de la población (a lo que está obligado como fuerza colonial). Por su parte, los saharauis de los territorios administrados por el Frente Polisario han aumentado la esperanza de vida, el nivel educativo, los servicios de salud y alimentación, y la dignificación de la mujer.
Desde 1991, cuando la ONU colocó estaciones de vigilancia, no ha habido más enfr
entamientos armados entre el Polisario y la fuerzas marroquíes; sin embargo, desde 2004, ante la negativa absoluta del Marruecos para efectuar el referéndum acordado en el cese al fuego, los saharauis han convocado a una segunda intifada al interior de las ciudades ocupadas para exigir la retirada de Marruecos. El gobierno de Rabat, por su parte, ha contestado con una continua represión, torturando y asesinando a los activistas políticos de derechos humanos.

Ainda
Aun así, incluso con la indiferencia de la comunidad internacional que cierra los o
jos ante la violencia marroquí ante sus gobernados, una España que prefiere seguir pescando con permiso de Rabat, una Unión Europea que desea tener los privilegios de España, un Estados Unidos que sospecha del democratismo del Frente Polisario, una Francia que no desea un país castellanizante en su área de influencia africana, una mayoría de países árabes que prefiere la amistad económicamente favorable de Marruecos, en fin, una ONU que no admite la anexión marroquí de Sahara Occidental pero no otorga el reconocimiento como miembro legal a la República Saharaui. Aun así los saharauis resisten como han hecho desde los años de Bassiri (y mucho antes), con la ayuda de Argelia, Cuba (que educa a sus médicos y profesionistas), muchas comunidades autónomas españolas y el reconocimiento legal de toda el África subsahariana y de toda Hispanoamérica.
Aún cantan sus poetas como hace Ebnu, en su bello castellano:
Aún vivimos en las esquinas
de la nada
entre el norte y el sur de las estaciones.
Seguimos durmiendo
abrazando almohadas de piedra
como nuestros padres.
Perseguimos las mismas nubes
y reposamos bajo la sombra de las acacias desnudas.

Pero tienen el tiempo de su parte, la razón y muchos corazones. "Sin mí te quedaste", dice Ebnu, "pero conmigo regresarás". El pueblo de las tiendas volverá a establecer su hogar en el suelo que le pertenece. Ahora mismo demuestran a todos los pueblos oprimidos la virtud de su resistencia, la necesidad de luchar por la vida y el futuro. Ser como semillas aguardando a que llueva.

(Para Aminatu Haidar Sahara. Publicado en Alternativa de B.C.S., No. 64, agosto de 2006)