Sandino Gámez Vázquez
Ponencia presentada el 28 de enero de 2022 en el Foro por el Arte y la Cultura Los Cabos
para el Mundo. Cabo San Lucas, Baja California Sur, México /
Hay una enorme
legitimidad en convocar a la comunidad artística y cultural de Cabo San Lucas,
Los Cabos y Baja California Sur a participar en un foro ciudadano, organizado
por ciudadanas y bajo una expectativa de recuperación de la dignidad y el
civismo para los gremios y para la sociedad sudcaliforniana.
Que
sea un foro realizado físicamente en el extremo sur del estado, en tiempos de
pandemia y virtualidad, en la floreciente región de Los Cabos le otorga
representatividad a nivel nacional, no sólo entre los municipios
sudcalifornianos. Que suceda a cuatro meses del inicio de un gobierno estatal y
ayuntamientos surgidos de la elección del 2 de junio de 2021, es además un
tiempo adecuado, realista, en el que ya se puede hacer un balance informado y
crítico del proceso de transformación social de Baja California Sur y cada uno
de sus municipios.
No
puede desligarse, en un foro cultural, el aspecto político-electoral reciente.
No es posible desligarlo porque, como ha demostrado el presidente de la
república y líder del movimiento de transformación nacional Andrés Manuel López
Obrador, hay una función profunda de la cultura y el arte en los procesos
revolucionarios.
Como
evidencia toda historia del arte y la cultura: las corrientes estéticas de
ruptura están asociadas por oposición y contraste con las corrientes estéticas
precedentes. Pero comúnmente la ruptura estética es una consecuencia de la
ruptura en el orden político.
¿Es
el movimiento de la cuarta transformación una ruptura en el orden político?
Quizá en el nivel nacional así sucede: la legitimidad de la presidencia de
Andrés Manuel López Obrador no sólo se encuentra en el número o proporción de
votos con la que fue electo jefe de Estado por seis años. La legitimidad mayor
del presidente está en el cumplimiento de la práctica totalidad de sus cien
promesas de campaña.
AMLO
prometió un plan de transformación nacional desde las instituciones federales
en compromisos
muy concretos y ha cumplido con honestidad, pese a todas las dificultades que
se puedan exhibir. ¿Quién defendería al presidente hoy si en lugar de haber
cumplido sus promesas de campaña las hubiera simplemente ignorado, torcido o
cumplido sólo en apariencia y no de hecho?
Baja
California Sur tiene, desde hace cuatro meses, nueva legislatura, nuevo
gobierno estatal y nuevos ayuntamientos,
casi todos llegados por un voto popular que los asoció con AMLO y el movimiento
de transformación nacional. ¿Están por realizar un programa, a nivel estatal y
municipal, como el que ha prometido y cumplido el presidente AMLO a nivel
nacional? Todavía no sabemos, pero el asunto no es ya entre AMLO y la nueva
clase gobernante de Baja California Sur, sino entre esta clase gobernante y el
pueblo sudcaliforniano.
Creo
que todas y todos conocemos cómo el presidente actual de México, el compañero
Andrés Manuel López Obrador, decidió que el actual gobernador de Baja
California Sur, el compañero Víctor Manuel Castro Cosío, fuera “superdelegado”,
como se les decía hasta 2021 a coordinadores de proyectos federales o personas
titulares de la Delegación de Bienestar a nivel estatal.
Andrés
Manuel López Obrador eligió, como era su facultad y deber, a Víctor Manuel
Castro Cosío como su representante personal ante los sudcalifornianos, en
cuanto a nivel de gobierno federal se refiere. Pero la gubernatura de Baja
California Sur se la dimos quienes votamos por él: el pueblo sudcaliforniano.
Muchas y muchos de ustedes saben, además, la historia de la contienda interna
para que el actual gobernador fuera nombrado candidato por el partido
Movimiento de Renovación Nacional, MORENA.
Puede
que algunas y algunos crean que el profe Víctor ganó la contienda interna
porque negoció puestos y presupuestos. No, compañeras y compañeros. No se
confundan. Ganó porque las mejores mujeres y los mejores hombres de la
militancia de MORENA defendieron su precandidatura.
Por
esto, doblemente, la persona que actualmente detenta la responsabilidad del
poder ejecutivo estatal no le debe el cargo al presidente de la república: se
la debe sólo al pueblo de Baja California Sur, a sus votantes directos y a sus
compañeras y compañeros de partido que lo llevaron al puesto. Esto mismo sucede
con diputadas, diputados, presidentas y presidentes municipales, y regidoras y
regidores.
La
legitimidad del gobernador Castro y su actual gobierno, como del resto de
quienes obtuvieron su cargo por voto popular, está, pues, unida a lo que
sucedió en la campaña electoral y el día de la elección. ¿Cómo podría ser de
otra forma?
Sin
embargo, hemos tenido que dejar para otro momento un análisis más profundo,
compañeras y compañeros, sobre el significado de la cuarta transformación en
Baja California Sur. El tiempo es breve en estos días y conviene ser doblemente
breve para no abusar de la voz de nuestra amiga querida y de la atención de las
personas presentes.
Nosotras
venimos a escuchar y luego también a compartir un análisis somero sobre las
primeras acciones gobierno de Víctor Manuel Castro Cosío para cumplir con dos
promesas de campaña muy concretas: aumentar el presupuesto y descentralizar la
aplicación de los recursos gubernamentales a “cultura”.
Estas
promesas surgieron de un diagnóstico basado en el V Informe de Gobierno de
Carlos Mendoza Davis que manifestaba un abandono manifiesto del sector cultural
en todo el estado para concentrar los recursos públicos en la construcción del
Museo de Arte en la antigua Casa de Gobierno, en el primer cuadro de la capital
del estado.
Es decir, la inversión pública en materia cultural se concentró no sólo en la capital del
estado sino además sólo en el centro histórico y, específicamente, en un edificio.
La decisión para que esto fuera así, además, estuvo centrada en la decisión del
gobernador del estado, por motivos familiares: su padre, el primer gobernador
constitucional de Baja California Sur, Ángel César Mendoza Arámburo (1975-1981),
había dejado como su única promesa incumplida la reconstrucción completa del
edificio derribado durante la modernización urbana del jefe político Bonifacio
Salinas Leal (1960-1965).
De
otra forma, compañeras, si no es por generosas palabras de Ángel César Mendoza
Arámburo, expresadas en diversas entrevistas entre los años 2012 y 2014, es
posible que ese histórico predio todavía fuera, en gran parte, un baldío que se rentaba como estacionamiento. El gobierno de Carlos Mendoza Davis reportó en su V Informe que
destinó cinco millones de pesos para “servicios culturales” y $56 millones para
“infraestructura cultural”. Aquellos cinco millones “se aplicaron” en
“acciones” en los municipios sudcalifornianos de manera muy significativa: la
gran mayoría del recurso público se ejerció en La Paz y Los Cabos, una cantidad
mínima en Mulegé y Loreto, y nada en absoluto se destinó a Comondú. Todo esto
según el mismo Quinto Informe de Gobierno.
Este
centralismo presupuestal del gobierno del estado en los últimos años del
sexenio de Carlos Mendoza Davis en el rubro de “cultura” no es único sino que
abarca también, por ejemplo, las acciones de pavimentación. Recomiendo asomarse
al Sexto Informe
de Gobierno, a las tablas de la página 19 del anexo gráfico y estadístico.
Las acciones de pavimentación y el número de metros cuadrados están
concentrados, cómo no, en La Paz. Mientras que Comondú y Los Cabos tienen un
registro de cero acciones y metros cuadrados en diversos años del gobierno de
Mendoza Davis.
Nosotras
no sabemos ni entendemos este comportamiento de la administración estatal
anterior. Pero sí nos parece digno de atención que en rubros tan definidos como
cultura y pavimentación el presupuesto se ejerza de tal manera que deja fuera a
la gran mayoría de las comunidades del estado. ¿Sucedió esto con otras acciones
del gobierno anterior?
Así,
lo acontecido en la administración de Carlos Mendoza Davis en materia cultural
demuestra lo determinante que el interés y la voluntad personal del gobernador
del estado en la aplicación de los recursos públicos. También que existe una
inercia histórica en la centralización del presupuesto estatal.
¿Qué
sucederá en este nuevo periodo de gobierno en materia de cultura?
Ya
existen dos convocatorias del instituto estatal de cultura que pueden señalarse
como el primer intento de descentralización y aplicación de los recursos
prometidos por el hoy gobernador: Piedritas Pintas y La Cultura nos Une en los
Municipios. Sin embargo, al día de hoy, la cantidad presupuestal y el número de
proyectos involucrados están muy lejos de representar una diferencia con el
gobierno de Carlos Mendoza Davis.
Piedritas Pintas fue una
convocatoria en noviembre y diciembre de 2021 para agentes culturales de todos los
municipios. Con ella se estrenó la administración “cultural” “estatal”: otorgó 30 apoyos de doce mil pesos cada uno. Es decir, trescientos sesenta
mil pesos en total.
La Cultura nos Une en los Municipios,
por otra parte, es una convocatoria vigente y establece que se otorgará hasta
quinientos mil pesos por municipio a proyectos que no deberán exceder los
cincuenta mil pesos de financiamiento solicitado. Como tenemos cinco municipios
en Baja California Sur, esto significa que la convocatoria cuenta con dos
millones y medio de pesos en total.
Así,
tenemos, en número redondos, el ejercicio de 2.86 millones de pesos de
inversión pública estatal en materia cultural para proyectos en los municipios:
$360 mil en 2021 y $2.5 millones en 2022. ¿Esto es significativo en cuanto a
descentralización de las acciones y el presupuesto público estatal en materia
de cultura?
Para
saberlo, hay que revisar el total del presupuesto de egresos para 2022, aprobado
ya por el Congreso del Estado de Baja California Sur: el gobierno del estado de
Víctor Manuel Castro Cosío dice que el 1.4 por ciento del presupuesto será para
“recreación, cultura y otras manifestaciones sociales”. Esto hace un total de 256
millones de pesos.
Sin
embargo, para el Programa Estatal de Cultura, es decir, para el funcionamiento específico
del Instituto Sudcaliforniano de Cultura, incluyendo todas sus áreas, edificios
y convocatorias, el presupuesto es de 117 millones de pesos para este 2022.
¿Cómo
se ejercerá este presupuesto? Dice la ley
de egresos para el año 2022 que el “Programa Estatal de Cultura” se divide
así:
Dirección
General del Instituto Sudcaliforniano de Cultura: $28.6 millones
Fondos
Mixtos: $2.7 millones
Casa
de la Cultura del Estado “Armando Manríquez Manríquez”: $4.3 millones
Bibliotecas
Públicas: $17.3 millones
Museo
Regional de Antropología e Historia de B.C.S.: $5 millones
Escuela
de Música del Estado: $12 millones
Centro
de Artes y Tradiciones Populares de B.C.S.: $708 mil pesos
Coordinación
Administrativa y Financiera del ISC: $8 millones
Coordinación
de Fomento Editorial: $5.7 millones
Archivo
Histórico Pablo L. Martínez: $4.5 millones
Galería
de Arte Carlos Olachea: $156 mil pesos
Asesoría
Jurídica: $209 mil pesos
Coordinación
Técnica: $822 mil pesos
Dirección
General del Museo de Arte de B.C.S.: $8 millones
Banda
de Música del Estado: $100 mil pesos
Teatro
de la Ciudad: $10 millones
Coordinación
de Difusión: $4.5 millones
Centro
Cultural La Paz: $4.1 millones
Hay
que decir que la totalidad de las instancias señaladas están en la ciudad de La
Paz, y que aún no se ha transparentado cómo se distribuirán estos recursos: qué parte es nómina, gasto corriente,
proyectos internos o proyectos externos.
Eso
sí, queda claro que la cantidad destinada a Fondos Mixtos es idéntica a lo
destinado a la convocatoria de La Cultura nos Une en los Municipios. Antes
existía en este fondo un Programa
de Desarrollo Cultural Municipal, con aportaciones peso a peso de la
federación, estados y municipios. Podemos suponer que La Cultura nos Une en los
Municipios es una sustitución de nombre para dicho programa, con financiamiento
federal.
Hay
mucho más por analizar, por supuesto, porque el Instituto Sudcaliforniano de
Cultura no es la única entidad o área del gobierno del estado que maneja recursos
públicos para servicios culturales destinados al pueblo de Baja California Sur.
Está especialmente un presupuesto para “Servicios Culturales” de la Secretaría
de Educación Pública estatal, así como partidas específicas para algún tipo de
promoción cultural en la gran mayoría de los organismos públicos
descentralizados y en prácticamente todas las secretarías del gobierno estatal.
También
hay que considerar lo injusto y excesivo que es dejar toda la responsabilidad
de generar un desarrollo cultural en el estado a una entidad sólo porque lleva
“cultura” en su nombre, el Instituto Sudcaliforniano de Cultura. El ISC es, en
realidad, una entidad que refleja las contradicciones del actual servicio
público sudcaliforniano. El poder ejecutivo estatal está entrampado en una
centralización histórica de las decisiones
y una falta de desarrollo institucional que se evidencia cada sexenio, con
las “innovaciones” que hacen recordar la frase del Eclesiastés: “no hay nada nuevo bajo el sol”, porque son la repetición
de proyectos de anteriores décadas o porque son meros cambios de membrete.
No hay duda que una instancia estatal de cultura puede ser un
motor de arranque de iniciativas provechosas y útiles si estuviera dirigida a satisfacer las necesidades de las comunidades sudcalifornianas. Iniciativas
que pueden transformar para bien las vidas de las comunidades más marginadas
del estado, sobre todo cuando es una instancia en la que se deposita el cuidado
de los principales bienes patrimoniales históricos, documentales, artísticos e intangibles
del pueblo sudcaliforniano.
Con
estos bienes es que es posible generar un orgullo bien sustentado en la riqueza
y diversidad cultural e histórica que hay en Sudcalifornia. ¿Pero cómo sucederá
algo así si en lugar de la profesionalización del servicio público se sigue "administrando la pobreza" en una continuidad que recuerda la paradoja marxista de la repetición de la historia?
Terminamos
recordando que en 2019 el gobierno federal aplicó en todo el país, incluyendo
Baja California Sur, un Programa
de Cultura Comunitaria, que generó un valioso diagnóstico de los agentes
culturales en todo el territorio y enseñó un modelo de participación ciudadana
que coloca en el centro los intereses de la comunidad y los derechos culturales
de los individuos y las sociedades.
La
pandemia afectó su aplicación y continuidad, pero ahí están los resultados
documentados de manera muy profusa y sistemática: se encuentran disponibles en
la Dirección General de Vinculación Cultural de la Secretaría de Cultura federal.
Los resultados por sí mismos requieren de más de una revisión profunda: hay
información muy detallada sobre los servicios culturales, la percepción social
sobre las prácticas culturales y los datos de contacto y características de los
principales agentes culturales de todos los estados.*
También
existe una investigación académica previa que demuestra la vinculación entre el
desarrollo económico y el desarrollo cultural en nuestro estado. Se publicó
como libro con el título: ‘Los
usos del patrimonio cultural en Sudcalifornia’ y fue realizada por académicas
de la Universidad Autónoma de Baja California Sur.
¿Y
qué decir de todas aquellas personas, como ustedes y nosotras, que hemos
revisado, analizado, discutido por escrito el funcionamiento del aparato
público y las instituciones culturales de Baja California Sur en las últimas décadas?
No
estamos buscando que nos inviten a trabajar. Queremos que se conozca una
conclusión evidente a nuestra experiencia: El pueblo sudcaliforniano se ha desarrollado
por la educación y la cultura. La mayor parte del tiempo a pesar de gobernantes
indiferentes o francamente hostiles a estos temas.
Esperamos
sinceramente que el gobierno de Víctor Manuel Castro Cosío venga a darnos la
satisfacción de un salto cuantitativo y cualitativo en el desarrollo cultural
de las comunidades de Baja California Sur. Pero si esto no ocurre: que estas
iniciativas ciudadanas de foros que revisan dicho desarrollo cultural como la
presente, aunque nos sean costosas en tiempo, dinero, nervios y esfuerzo,
generen año con año la enseñanza necesaria para elegir bien, para presionar
bien, para comprender bien, el funcionamiento de la administración pública en
el área de cultura, tanto a nivel estatal como municipal y federal.
También
esperamos que, sobre la base de ideas generosas como las expresadas por ustedes
aquí, la clase política cabeña y la sudcaliforniana en general aprecie la
trascendencia, el valor de la inversión en cultura y arte para las comunidades,
en particular para dar seguridad espiritual y orgullo a la niñez y juventud
sudcaliforniana.
Un
abrazo grande y fraterno desde La Paz.
Un
agradecimiento enorme a Vicky Güereña por invitarnos, por su voluntad de
llamarnos a comenzar una nueva etapa en la vida política y cultural del
municipio de Los Cabos y Baja California Sur.
Muchas
gracias a todas y todos por su atención.
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*En
el caso de Baja California Sur, la Secretaría de Cultura federal encuestó
durante el inicio de este programa en 2019 a más de cinco mil personas en ocho
comunidades de los cinco municipios del estado. Esta cantidad es 0.6% de la
población del estado, con lo que puede considerarse una muestra muy
representativa: incluye poblaciones rurales, comunidades de jornaleros y
jóvenes creadores que rara vez o nunca tienen acceso a servicios culturales de
las instituciones federal y estatal, e incluso en ocasiones tampoco de las
municipales.
Las
encuestas incluyen un apartado específico, con cuestionarios más largos, que
documentan la práctica y el perfil profesional (o “de agenciamiento”, como se
dice en la jerga del documento), de casi trescientas personas dedicadas por
profesión o pasión a alguna disciplina artística o promotoría de las artes
clásicas o de las populares. A estas personas se les dio el reconocimiento de
“agentes culturales”, por su participación activa en la comunidad.
Las
encuestas están acompañadas, además de un recuento de las actividades
realizadas por los facilitadores de la Secretaría de Cultura federal. Los
facilitadores tenían por característica su experiencia como agentes
comunitarios y un compromiso social en su trabajo. Esto no sólo fue
característico de Baja California Sur sino que fue lo común en todo el país.
Hay mucho más para decir sobre lo útil de toda la información reunida y lo
provechosa que fue la experiencia reunida por el Programa de Cultura
Comunitaria, repito, no sólo para Baja California Sur. Sin embargo, debido a la
pandemia por la covid 19, a partir de 2021 el programa entró en suspenso en
casi todos sus componentes, especialmente en el uso de la información reunida
para generar políticas culturales dialécticas, policéntricas o, bueno, menos
centralistas.
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P.D. De manera reciente el ISC publicó una convocatoria, Iniciemos con arte comunitario en los municipios, para que se realicen talleres artísticos en comunidades rurales de los cinco municipios del estado. Confirma nuestro análisis expuesto arriba. Se trata de 51 "estímulos" de 21 mil pesos cada uno: un millón de pesos en total, para talleristas que deben trabajar durante seis meses, dos días de la semana, dos horas cada sesión. En total 96 horas. Todos los gastos del tallerista para dar su taller en la comunidad rural serán cubiertos por sí mismo. No hay seguimiento del método de trabajo sino sólo informes para entregar las ministraciones. La selección de los ganadores será a criterio de un comité dictaminador conformado por dos "representantes" del ISC, dos de la "comunidad artística" (seleccionados por el ISC) y uno del ayuntamiento respectivo.
sandinogamez@gmail.com